Con todo lo que pasó en las pasadas elecciones, se me ocurren varias conclusiones; es más, da para escribir varios libros. Una de las cosas más relevantes que sucedieron fue el escaño de UPyD, es decir, del partido de Rosa Díez, Savater y Buesa.
Siendo personajes que se encuentran a las antípodas de mi pensamiento político (especialmente el señor Buesa), verdaderamente me alegro del resultado de UPyD, y preferiría que hubiera sacado más escaños, sobre todo porque una democracia verdadera no puede asistir a una situación en la cual, entre los dos gigantescos partidos nacionales y los grupos nacionalistas manejen a su antojo un país en que hay gente que quiere ser de izquierdas y no cabe en los tejemanejes socialistas, y gente que quiere ser de derechas y no admite el "Santiago y cierra España" de los populares.
UPyD y Ciudadanos, pero especialmente los de Rosa Díez, son dos propuestas innovadoras, diferentes al "y tú más" de PSOE y PP, y además, con mucho más contenido del que parece. Otra cosa es la cohesión interna, que seguramente es mucho menor.
El programa de los nuevos progresistas es mucho más completo de lo que pudiera parecer de una fuerza creada por su animadversión a las políticas de Zapatero, y propone unas ideas que bien podrían ser miradas tanto por Ferraz como por Génova. Si el programa progresista lo hubiera llevado desde hace años el Partido Comunista, seguramente mejor les hubiera ido.
UPyD no contó con mi voto porque mi postura es diferente a la de este partido en lo referente al tristemente malogrado proceso de paz, pero el resto de sus ideas bien podrían ser las del PSOE, que en estos últimos años ha dejado demasiado margen de maniobra a ERC, al PSC, al BNG y, en general, a cualquiera que pudiera asegurarles el poder. Y ahí es donde los socialistas se han equivocado, cada vez más gravemente, en los últimos años.
Puede que Rosa Díez lleve un componente de revancha por haber perdido ante ZP las primarias, pero también propone lo que a este país le viene haciendo falta desde hace años: cerrar de una vez por todas el capítulo competencial, igualar las atribuciones de las Comunidades Autónomas para que un ciudadano de Puertollano o de Miranda de Ebro no sea ni más ni menos que uno de Santurce o de Castelldefells, mejorar una ley electoral injusta y obsoleta, separar mejor al poder judicial de los políticos y permitir que los españoles podamos decir que lo somos sin ser por ello unos fascistas.
Se avecinan tiempos extraños, y ojalá, verdaderamente, que sean tiempos en los que, con UPyD o sin ella, los dos grandes partidos dejen de ser sólo eso, dos grandes partidos, y se conviertan en lo que deberían ser: un reflejo de nuestra sociedad. Porque yo, actualmente, ni me siento representada por lo que representa el Zapatero del "proyecto sin España" o el Rajoy del "España sin proyecto".
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