Buena noticia se dió el nueve de marzo en Euskadi. El apoltronado PNV ha perdido muchos votos. Nadie tiene muy claro porqué, si es por los años en que Imaz ha dado un discurso de nacionalismo descafeinado, si por el contrario, es por el proyecto de referéndum que tiene Ibarretxe entre bastidores, o es simplemente por el desgaste de un partido que lleva gobernando Euskadi desde que nació la actual autonomía vasca.
Lo que sí que está claro es que el PNV está hoy bastante más lejos del electorado que años atrás. Se ha aventurado Joseba Egibar en decir que todo es culpa de que el mensaje nacionalista ha de imprimirse con mayor vigor, y que debe explicarse bien el derecho a decidir del pueblo vasco (o más bien, de una parte del pueblo vasco). Porque los García, los Sánchez, los López y los Jiménez también son parte de ese pueblo vasco, aunque el PNV se obstine en crear un universo nuevo, lejano de la realidad en la que el País Vasco está ubicada.
Lo que también está claro es que es imposible hablar de planes soberanistas o de otras historias en el clima de ausencia de libertades sociales, políticas y de opinión que sufren (o sufrimos) los vascos. El derecho de todo ciudadano en democracia es tener la libertad para que puedas caminar sin miedo por la Gran Vía de Bilbao o tener una charla política con tu primo en cualquier cafetería, sin el temor a que los de la bufanda palestina esa te la tengan jurada el resto de tus días por decir que eres del PSOE o del PP.
Tampoco hay derecho a que en nombre de los vascos (como si, después de cuarenta y tantos años, mis tíos no fueran tales) se haga un plan de secesión, se asesine a un concejal o se reclame Pamplona y Miranda de Ebro como parte de eso que ellos llaman "Euskal-Herría".
Como sucede en la TV3 de Cataluña, en la Euskal Telebista, canal autonómico vasco, sigue mostrándose un mapa del tiempo ficticio. Un mapa que recoge no sólo las tres provincias del País Vasco, sino lo que ellos entienden por "Euskal-Herría". Poco a poco, este mapa va quedándose en la mente de aquellos que ven la Etb. Como éste, miles de detalles impregnan el partidismo y la ensoñación del gobierno peneuvista y sus medios públicos. Con los impuestos de todos, el PNV manda su mensaje y manipula a la opinión pública a su antojo.
Pero parece que se atisban tiempos de cambio. El PSE-PSOE ha salido reforzado de las últimas generales. Patxi López ha ganado una batalla electoral importantísima cara a las elecciones al Parlamento Vasco del próximo año, y la presidencia de Euskadi por vez primera corre peligro para los "hijos de Arana".
Los batasunos (o como diablos quiera que se llamen ahora) están nerviosos. No sólo han perdido la batalla militar hace años, sino que su batalla política podría estar diluyéndose por momentos, porque día a día, la sociedad vasca se cansa y se indigna un poco más de los asesinatos indiscriminados de la ETA, de los excesos de poder del PNV y de los planes de suicidio colectivo que en nombre de todos los vascos dirigen los Ibarretxe, Egibar y Urkullu.
ETA se debilita; puede matar pero lo hace cada día con menor respaldo. El PNV se tambalea; gobierna, pero empieza a dudarse de su unidad, de su mensaje y de su capacidad de futuro. Con estas premisas, el cambio en Euskadi es sólo cuestión de un poco más de tiempo. El año que viene, el País Vasco debería asistir a un cambio de gobierno que permita a los vascos pensar por una vez en otra cosa que no sea la megalomanía que viene protagonizando el nacionalismo vasco desde que Ibarretxe y Egibar tomaron los mandos de la nave.
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