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jueves, 12 de agosto de 2010

Generación nini ¿quien nos trajo hasta aquí?

La generación Ni-ni (ni estudian, ni trabajan) ha pasado a ser de una especie de leyenda urbana y esperpéntico pero esclarecedor programa de televisión, a una realidad reconocida por un organismo tan prestigioso como la Organización Internacional del Trabajo, que ha bautizado el fenómeno como "la generación perdida".

Si nos circunscribimos al caso español, es fácil darse cuenta de algunos de los motivos que hacen que los jóvenes de 18 a 25, o de 18 a 30 incluso, nos encontremos ante un panorama laboral desolador:

-El aumento exponencial del bienestar hace muchas veces innecesaria la independencia, de la salida del hogar de los padres. La sobreprotección de los padres suele tener un papel también muy importante en este estancamiento.

-La falta de eficiencia educativa ha provocado una situación descompensada entre la formación académica y la demanda de trabajadores en el mercado laboral o sociedad productiva.

-También por deficiencias en la educación, tanto en el sistema formativo como en la familia, se ha creado una juventud generalmente poco disciplinada, que adolece de ausencia de referentes éticos, poca consistencia ante el deber y escaso compromiso.

Centrándonos en las empresas, los sindicatos y la clase política, éstos tienen mucha culpa de la exclusión social de esta generación:

-Sistemas educativos totalmente ajenos a la necesidad insoslayable de exigencia, rectitud y respeto a la jerarquía. Los profesores no tienen medios coactivos reales para luchar contra el pasotismo y la insubordinación presentes en nuestros centros educativos.

-En la misma línea, sistemas educativos poco estudiados, con un alto componente ideológico, en muchos casos convertidos en negocios más que en cantera de trabajadores (caso claro, la Universidad) y con un alto grado de horas improductivas o inútiles, que pocas veces incentivan realmente el esfuerzo y el conocimiento.

-Leyes cada vez más permisivas con los deseos empresariales, con el recorte (o supresión) de derechos laborales y la no valoración de los recursos humanos como fuente primaria de riqueza y proliferación de contratos basura y otros subterfugios legales conocidos y consentidos como mordaza al trabajador, con la complicidad implícita de las fuerzas sindicales.

-Empresas públicas inviables pero mantenidas y ciudadanos continuamente subvencionados, que generan clases de desempleados acomodados, y que existen básicamente como manutención de un grupo político determinado, en una forma moderna de "pucherazo".

-Sistema productivo poco preparado para recibir trabajadores con formación, y poco dispuesto a reformarse.

Creo que se podrían hacer muchas cosas por mejorar esta grave situación, pero ni la clase política está a la altura que se le espera, ni la sociedad está a la altura que cree estar.

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